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La Ley PRO pone fin al “Derecho al Trabajo”
No dejes que el nombre te engañe. Las leyes sobre el “derecho al trabajo” no tienen nada que ver con asegurar su derecho al trabajo. En cambio, las leyes sobre el “derecho al trabajo” están diseñadas para debilitar a los sindicatos al permitir que los trabajadores obtengan todos los beneficios de estar en un sindicato como salarios más altos, seguridad laboral y representación ante la administración sin pagar cuotas sindicales.
Los jefes le dirán que las cuotas sindicales sirven como un “impuesto” a losLos jefes y encargados le dirán que las cuotas sindicales son un “impuesto” a los trabajadores, sin embargo los beneficios de ser miembro de un sindicato superan por mucho el bajo costo de las cuotas sindicales. Estudios afirman este hecho una y otra vez. Cuando los fondos provienen de los miembros, son los miembros los que toman las decisiones—no intereses agenos. trabajadores, los beneficios de ser miembro de un sindicato superan por lejos el costo bajo de las cuotas sindicales. La investigación confirma este hecho una y otra vez. Cuando los fondos provienen de las cuotas de los miembros, los miembros toman las decisiones, no los grupos de presión.
Las leyes sobre el “derecho al trabajo” se introdujeron por primera vez en el sur de los Estados Unidos a mediados de la década de 1940. Los grupos empresariales poderosos estaban aterrorizados de que los sindicatos multirraciales representaran una amenaza para la segregación racial. Para 1947, 12 estados habían aprobado leyes de “derecho al trabajo”. Reconociendo los orígenes racistas de estas leyes, Martin Luther King Jr. dijo: “En nuestra gloriosa lucha por los derechos civiles, debemos evitar ser engañados por falsas consignas, como ‘derecho al trabajo’. Es una ley que nos roba nuestros derechos civiles y derechos laborales. La ley cuenta con el apoyo de segregacionistas del Sur que intentan evitar que logremos nuestros derechos civiles y nuestro derecho a la igualdad de oportunidades laborales. Su propósito es destruir los sindicatos y la libertad de negociación colectiva mediante la cual los sindicatos han mejorado los salarios y las condiciones laborales de todos.”
Las leyes de “derecho al trabajo” también dañan el medio ambiente y son prevalentes en casi todos los estados que cuentan con grandes industrias de combustibles fósiles. Como resultado directo, solo alrededor del 10% de los trabajadores de la industria de combustibles fósiles son miembros de un sindicato. Aún peor, las leyes de “derecho al trabajo” incentivan a las empresas a trasladar sus puestos de trabajo a estados donde se les puede pagar menos a los trabajadores y hay menos protecciones para los trabajadores, lo que lleva a una carrera hacia el fondo.
La Ley PRO legaliza las huelgas secundarias
Las huelgas secundarias son una de las herramientas más poderosas que tienen los trabajadores contra los patrones capitalistas. En lugar de cerrar una sola empresa con una huelga, los trabajadores pueden unirse para cerrar muchas. Las huelgas secundarias, también conocidas como huelgas indirectas o huelgas por solidaridad, son cuando un sindicato se declara en huelga para apoyar a otro sindicato. La huelga Pullman de 1894 comenzó en Chicago como una huelga salvaje de 4.000 trabajadores en las fábricas que fabricaban vagones y se convirtió en una acción laboral masiva de 250.000 trabajadores en una “huelga de solidaridad” de dos meses de duración en 27 estados. De manera similar, la huelga general de Minneapolis de 1934, que duró meses, se caracterizó por oleadas de militancia entre los Teamsters y los oficios de la construcción. Esta arma era tan poderosa que los capitalistas sabían que tenían que ilegalizarla, lo que hicieron en la Ley Taft-Hartley de 1947.
Las huelgas secundarias son críticas para ganar demandas radicales como un Nuevo Trato Verde. La legalización de las huelgas secundarias permitirá a los trabajadores unificar sus demandas, utilizando oleadas de huelgas en todos los sectores e industrias para detener la economía y obligar a los capitalistas a negociar nuestros términos. Nuestras huelgas obtendrán un apoyo público extendido, ampliando el movimiento.
Imagínese a los trabajadores de Amazon haciendo huelga para exigir condiciones más seguras en los almacenes, respaldados por maestros en huelga para apoyar a los padres de sus estudiantes que trabajan allí, pero también para exigir espacios verdes para sus estudiantes, como lo hizo UTLA con éxito en 2019. E imagínese a las comunidades donde se encuentran los almacenes solidarizándose con los huelguistas, al mismo tiempo que piden a Amazon que deje de contaminar su vecindario con camiones de reparto que consumen mucha gasolina. Con sindicatos fuertes y huelgas secundarias, podemos convertir las huelgas climáticas en huelgas generales y ganar un Nuevo Trato Verde.
Los Empleos Verdes Serán Empleos Sindicalizados
Para evitar el colapso climático, debemos pasar de una economía basada en el consumo y con uso intensivo de recursos construida sobre la desigualdad, a una economía sostenible construida para garantizar el bien público. Necesitamos una nueva ola no solo de empleos verdes, sino también de buenos empleos verdes.
Los empleos verdes incluyen empleos para construir y mantener la infraestructura verde, como la energía renovable y el transporte público. Sin embargo, en su mayor parte, los capitalistas verdes son como cualquier otro capitalista: temen el poder colectivo de los trabajadores organizados y hacen todo lo que está en su poder para socavar la sindicalización en los lugares de trabajo. Solo el 9% de los trabajadores de los sectores de energía limpia están sindicados (por encima del promedio de EE. UU., pero aún muy bajo). Muchos trabajadores se clasifican erróneamente como contratistas independientes y se les niegan los beneficios, que la Ley PRO arreglaría.
Los empleos verdes también incluyen el trabajo con bajas emisiones de carbono en la economía del cuidado: enfermería, enseñanza, cuidado infantil y atención domiciliaria para personas mayores y personas discapacitadas. La economía del cuidado se ha expandido rápidamente en las últimas décadas. Hoy en día, es el sector más grande de empleo en los Estados Unidos, incluso en muchas regiones asociadas con la industria de los combustibles fósiles. La inmensa mayoría de los trabajadores de la economía del cuidado son mujeres y, de manera desproporcionada, mujeres de color. En el último año vimos cómo muchos fueron llamados “esenciales” pero tratados como si fueran desechables.
Muchos cuidadores trabajan en un área gris de protecciones laborales, dejándolos especialmente vulnerables a los empleadores. El crecimiento de la economía del cuidado significa que nuestra sociedad depende y se aprovecha de los trabajadores con salarios bajos para hacer posible la vida. En la década de 1980, el 56% de los nuevos trabajos de bajos salarios eran trabajos de cuidado; en la década de 1990, el 63% lo eran; y en la década de 2000, el 74% lo eran. Pero solo el 8% de los trabajadores de la atención médica, la asistencia social y la educación están afiliados a sindicatos.
Los trabajadores del cuidado sindicalizados tienen salarios más altos, horarios más estables y mejores beneficios, incluido el acceso a la atención médica para ellos y sus familias. Todos dependemos de los trabajadores del cuidado y esto les da un poder tremendo cuando están organizados. Cuando ejercen ese poder, luchan por todos nosotros, como hemos visto en las huelgas de maestros de la última década, y las huelgas en hogares de ancianos (technically correct but wondering if ancianos has ageist undertones) y hospitales por equipo de protección personal y personal seguro. Los trabajadores del cuidado sindicalizados también pueden luchar por la extensión de las protecciones y los estándares laborales a los trabajadores que actualmente no están protegidos por la ley federal. Para crear una economía sostenible en torno a la energía y el trabajo sostenibles, debemos asegurarnos de que cada trabajo verde sea un trabajo sindical.
¿Quién se beneficiaría?
Al momento, los trabajadores esenciales, que estan manteniendo nuestra sociedad a flote, tienen las tazas mas bajas de sindicalización. Sólo el 1,9% de los trabajadores agrícolas están sindicalizados y el 4,2% de los servicios de alimentación, ambos muy por debajo del ya pésimo 6,3% de los trabajadores del sector privado que pertenecen a un sindicato. (Ver más arriba para más información sobre los trabajadores del sector de cuidados). Sindicalizar estos sectores empoderaría a los trabajadores que son fuertemente explotados debido a su estatus de ciudadanía: el 69% de los trabajadores inmigrantes indocumentados tienen trabajos que se consideran esenciales.